Cristo, sólo Cristo es nuestra justicia

Filipenses 3:9
“…y ser hallado en El, no teniendo mi propia justicia derivada de la ley, sino la que es por la fe en Cristo, la justicia que procede de Dios sobre la base de la fe…” (LBLA)

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Encuentro fascinante y asombroso ese glorioso misterio, cuando el Espíritu Santo nos muestra y enseña una porción de  la Biblia, que en muchos casos hemos leído innumerables veces, pero por la gracia de Dios es un día, un tiempo asignado por el Creador en la eternidad, que se nos concede recibir ese regalo, entenderlo y apreciarlo. Esto me acaba de pasar con el texto anterior.

Pero ese versículo me gusta todavía más en la versión de la Biblia New King James en inglés:

Philippians 3:9
“…and be found in Him, not having my own righteousness, which is from the law, but that which is through faith in Christ, the righteousness which is from God by faith…” (“…y ser hallado en Él, no teniendo mi propia justicia, la cual viene de la ley, sino ésa que es a través de la fe en Cristo, la justicia que viene de Dios por medio de la fe…”)

La frase “buenas nuevas” le queda tan corta a lo que realmente el evangelio significa para los elegidos de Dios.

La línea divisoria entre un sano esfuerzo de obediencia y un séptico sentido de justicia propia es prácticamente invisible. Será por eso que lo cruzamos constantemente, con el agravante de que muchos no se dan cuenta y no se devuelven. Y digo esfuerzo de obediencia, porque no es un secreto que para el hombre es imposible obedecer a Dios conforme a Sus mandamientos, razón por la cual Cristo lo hizo por nosotros (Mt. 5:17; Rom. 5:19; Fil. 2:8).

El apóstol Pablo, apartado para la obra del Reino de Cristo de una forma sobrenatural en la que el Mismo Señor le habló desde los cielos (Hch. 9:3-9), que fue arrebatado hasta el tercer cielo (2 Cor. 12:2), y autor de la mayoría de las cartas del Nuevo Testamento, es ese Pablo que dice que quiere “ser hallado en Él,” es decir en Cristo Jesús (ver vs. 8), y “no teniendo mi propia justicia…” Y si ha existido alguien en la era d.C. que pudiera atreverse a sentirse atraído de usar su propia justicia, ése sería Pablo. Antes de Cristo era el más estricto y fiel de los fariseos (Fil. 3:4-6), y después de Cristo sus hechos hablan por él.

Pero para que no quede dudas de cómo es que él quiere ser hallado, Pablo continúa diciendo que es en la justicia “que es por la fe en Cristo, la justicia que procede de Dios por la base de la fe…” Tomemos en cuenta que la fe en Cristo nos fue regalada, incrustada porque somos incapaces de generarla, como lo confirman los siguientes textos:

Efesios 2:8 “Porque por gracia habéis sido salvados por medio de la fe, y esto no de vosotros, sino que es don de Dios…”

Hebreos 12:2 “…puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe…”

Es decir, que Jesús es el autor (tiene todos los derechos de autor) y el consumador (que la llevó a cabo totalmente, por completo, Él solo) de la fe que nos ha sido regalada, un don de Dios…

Entonces, ¿dónde está nuestro aporte meritorio? ¿Qué es lo que nos hace “mejores” que los demás? ¿Cuál es esa tan grande diferencia en nuestras vidas que nos hace creer “menos” pecadores que muchos otros a nuestro alrededor? No tenemos nada, no hicimos nada; todo nos lo dieron, todo lo siguen haciendo por nosotros, como lo confirman:

Filipenses 1:6 “…estando persuadido de esto, que el que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo…”

Filipenses 2:13 “…porque Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad.”

ES LA BENDITA, INAGOTABLE, INDETENIBLE GRACIA DE NUESTRO GLORIOSO SEÑOR JESUCRISTO OBRANDO EN SUS ESCOGIDOS TODO EL TIEMPO. No hicimos nada. No lo estamos haciendo. No haremos absolutamente nada en el resto de nuestros días, que no haya sido predeterminado por nuestro incomprensiblemente sabio Dios. Y no lo digo yo, también Pablo fue el primero que lo dijo:

Romanos 8:29-30
“Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. Y a los que predestinó, a éstos también llamó; y a los que llamó, a éstos también justificó; y a los que justificó, a éstos también glorificó.”

“A los que antes conoció…” Esto es tan hermoso que no tiene explicación. Sabía desde antes de Génesis 1:1 que no serviríamos para nada, pero nos predestinó, nos llamó, nos justificó y nos glorificó en Su Hijo.

Hermanos, disfrutemos de esta gloriosa e incomprensible verdad sin andar por la vida crucificando los que comparten el cuerpo de Cristo con nosotros. Ya Cristo murió por ellos.

Me causa mucha tristeza e indignación cuando veo o escucho cristianos menospreciando otros hijos de Dios, a veces por nimiedades, asuntos que podrían caer incluso en cuestión de preferencias personales. O si realmente se cayó y se rompió los dientes, debemos ser más diligentes en ayudarlo a ponerse de pie, que en buscar la forma de también romperle una costilla, “por sinvergüenza y parecer más un impío que un cristiano.” ¡Ay si Dios nos tratara igual a nosotros!


Comentarios

  1. Estoy de acuerdo.. Nunca debemos hacer leña, pues también nos condenamos a nosotros mismos.. Tengo la convicción de estamos llamados a aconsejar, dirigir, ayudar a todos y más aún a los de la fe.. Y luego de ayudar, al que acepta dicha ayuda, debemos levantarle si ha caído, pero esperando ver que ha confesado, mostrando arrepentimiento y deseos de cambiar sus actitudes o acciones.

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    1. Que nuestro Señor continúe dándonos de Su gracia por continuar peleando la buena batalla y levantando Sus caídos.

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