Gobernadores de las tinieblas de este siglo
Apocalipsis 12:9
“Y fue lanzado fuera el gran dragón, la serpiente
antigua, que se llama diablo y Satanás, el cual engaña al mundo entero; fue
arrojado a la tierra, y sus ángeles fueron arrojados con él.”
Lucas 4:6
“Y le dijo el diablo: A ti te daré toda esta potestad, y
la gloria de ellos; porque a mí me ha sido entregada, y a quien quiero la doy.”
Todavía no sé bien cómo voy a poner lo que quiero decir y
que se entienda. Pero ahí voy.
La ventaja que tenemos los cristianos es que la gracia de
Dios nos ha dado lo que necesita el hombre para creer en Él, amarle y creer y
amar Su palabra.
Tengo la plena certeza (énfasis a propósito) de que
satanás está más activo que nunca, porque me parece que nunca antes habíamos
vivido tanta locura y terror en el mundo entero. Y sí tomo en cuenta las dos
guerras mundiales, las grandes catástrofes, las hambrunas, las plagas, las
atrocidades contra los animales, las miserias y genocidios en lugares olvidados
por el mundo. Pero en los últimos diez años el mundo ha sido azotado por estas
mismas fatalidades y, como no era suficiente, entonces le añadimos la diabólica
ideología de género y el hadésico pacto migratorio. ¡Es como si las mentes
detrás de las potencias que rigen el mundo todas se hubiesen vuelto locas al
mismo tiempo! Ese hado que los inclina implacable e irracionalmente hacia la
destrucción de la raza humana no es otro que el mismísimo diablo.
Subestimamos, ni siquiera sabemos mucho, el gran poder de
satanás. Sólo traten por unos segundos de imaginar un ser capaz de
absolutamente cualquier cosa, la maldad extrema y la perversión sin freno
alguno, y la inexistencia -e imposibilidad total de que alguna vez exista- de
cualquier actitud o pensamiento bueno. O más adecuadamente dicho, no estamos aún muchísimo peor porque Dios, en Su infinita misericordia y compasión, sólo le permite llegar hasta donde Él quiere.
Los que son incapaces de ver a satanás dirigiendo el
panorama no tienen la menor idea de lo que realmente está sucediendo. Y en lo
que se averigua el caso, yo caeré en categoría de ridícula, retrógrada e
inculta por pensar así. Pero ya me han puesto en listas peores, así que éstas nuevas
me saben a tayota sin sal.
Que el Señor los reprenda, que regrese pronto y les dé su
merecido, y en el ínterin nos conceda a Sus hijos resistir en Su gracia los
tiempos que nos vienen a la vuelta de la esquina. Hoy más que nunca me
conmueven las palabras de Pablo en Efesios capítulo 6:
“10 Por lo demás, hermanos míos, fortaleceos en el Señor,
y en el poder de su fuerza.
11 Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis
estar firmes contra las asechanzas del diablo.
12 Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino
contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas
de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes.
13 Por tanto, tomad toda la armadura de Dios, para que
podáis resistir en el día malo, y habiendo acabado todo, estar firmes.
14 Estad, pues, firmes, ceñidos vuestros lomos con la
verdad, y vestidos con la coraza de justicia,
15 y calzados los pies con el apresto del evangelio de la
paz.
16 Sobre todo, tomad el escudo de la fe, con que podáis
apagar todos los dardos de fuego del maligno.
17 Y tomad el yelmo de la salvación, y la espada del
Espíritu, que es la palabra de Dios;
18 orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el
Espíritu, y velando en ello con toda perseverancia y súplica por todos los
santos…”
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