Cómo llegamos a la iglesia del siglo XXI – Parte I

La iglesia, pienso yo, se suponía que estuviera compuesta por la siguiente mezcla:

1º Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con todas tus fuerzas, y con toda tu mente (Lucas 10:27, entre varios más).

2º Amarás a tu prójimo como a ti mismo (Lucas 10:27b, ídem al primero).

3º Que todos sean uno; como el Padre es en el Hijo, y el Hijo en el Padre, que también todos dentro de la iglesia sean uno en Ellos; para que el mundo crea que el Padre envió al Hijo (Juan 17:21). 

Ahora bien, precisamente porque:

1- nadie nunca jamás iba a amar a Dios con todo su corazón, su alma, sus fuerzas y su mente;
2- ni nadie nunca jamás iba a amar al prójimo como a sí mismo;
3- ni ningún grupo de personas dentro de una congregación nunca jamás iba a estar tan unido el uno con el otro como lo están el Padre y el Hijo, o sea,
4- porque ningún ser humano desde la creación ha sido ni nunca jamás será capaz de agradar a Dios en sus propios méritos,

Fue que murió nuestro Señor Jesucristo y saldó la cuenta de Su pueblo en su totalidad. CONSUMADO ES, dijo el Señor. Él lo hizo todo, perfectamente, y para todos.

Es decir, la idea original era preparar la receta de los primeros tres ingredientes, pero como el resultado fue la de los últimos cuatro y tomando en cuenta textos como Mt. 7:15-23 y Mt. 24:11-12, por mencionar sólo dos de los que más me impactan a mí personalmente, lo cierto es que, aunque a muchos nos entristezca, no deberíamos sorprendernos de lo que está sucediendo con la iglesia en este tiempo.

Haciendo un recuento a vuelo de pájaro, me parece a mí que:

- La mujer ha sido puesta, dentro de la iglesia, en el mismo estado patriarcal que la cultura de la generación de Pablo vivía.

Y no me refiero a las “pastoras,” para nada. Tengo la convicción que la mujer no debe ser pastora - hasta escribir el término me cuesta. Cuando el Señor vino buscó 12 hombres para ser Sus colaboradores en la obra, aunque esto sin menospreciar la presencia y labor de las mujeres a su alrededor, lo cual sí era una realidad en ese tiempo. A lo que sí me refiero es a que todavía hoy los esposos cometen muchos abusos con sus esposas e hijos y en la mayoría de las iglesias estos actos son lacrados con el ominoso sello de la cobardía y el abuso de poder. Los predicadores y líderes han transferido a esta era el estado patriarcal que primaba en la era de la iglesia primitiva. Y si cada libro de la Biblia no está influenciado por la cultura de su generación, entonces supongo que yo puedo darme un viajecito a África, coger unos cuántos seres humanos en contra de su voluntad y obligarlos a ser mis esclavos aquí en RD, pues la esclavitud es permitida como buena y válida en las Escrituras. ¿O será tal vez por esto que tantas personas tratan casi como esclavos a sus empleados domésticos o los de menor rango en cualquier tipo de comercio? Y a lo mejor soy yo que estoy fuera de onda por culpa de esta fibromialgia.

Y no estoy insinuando que el hombre no es la cabeza del hogar, ni diciendo que la Biblia no es la palabra de Dios, ni que no está inspirada por Dios, ni que está mal redactada, o que es una herejía, etc. :/ Simplemente que es justo y correcto tener en cuenta el factor cultural de la época. 

La violencia doméstica es el pan nuestro de cada día en nuestro país, y en demasiadas partes del mundo, por lo que las leyes han tenido que ser modificadas, de forma muy detallada y específica, sobre todo lo que implica violencia intrafamiliar, de manera que hasta cuando el esposo discrimina a la esposa por su sobrepeso, eso es violencia doméstica (Ley 24-97, Art. 336, Rep. Dom.).

Con el acceso a la información que tenemos en cualquier esquina, los que tomamos algunos momentitos de vez en cuando para leer vamos adquiriendo conocimiento, analizando los datos, y llegando a conclusiones que luego se convierten en convicciones. Y eso está pasando en todo el mundo, aunque lentamente, y muchas estamos despertando a esa gloriosa libertad que nuestro bendito Jesucristo nos prometió en Juan 8:32. La verdad “verdadera” del Evangelio de salvación lleva la fuerza de un enorme río desbocado, ¡y gloria a Dios por esto!

El mismo Señor Jesucristo dignificó a la mujer delante de todos, derramando Su gracia indetenible,  y lo hizo en varias ocasiones:
  • Cuando se paró a hablar con la mujer samaritana (Juan 4)
  • Cuando le llevaron a la mujer atrapada cometiendo adulterio (Juan 8:3-9)
  • Cuando la prostituta lloró a Sus pies y los perfumó (Lucas 7:37-48)
  • Cuando resucitó apareció primeramente a una mujer (Marcos 16:9-10)
Así que la mujer de la iglesia del siglo XXI empezó a dejar de creer ciegamente y a estudiar y buscar la luz del Evangelio de Jesucristo, abandonando así el bombillito de 15 vatios de cualquier interpretación personal. Y la gracia de Cristo nos da la sabiduría que necesitamos cuando así lo pedimos (Stgo. 1:5).

En la segunda parte veremos mi perspectiva sobre las castas socio-eclesiásticas que nunca debieron ser, pero que desastrosa y tristemente son cada vez más reales dentro de la iglesia.

Fíjense bien que en todo tiempo estoy aclarando que lo que aquí escribo es estrictamente lo que creo, ¿eh?



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