Nadie nace con la fe debajo del brazo

Cada vez que escucho la frase “Es que no estás orando con fe,” tanto para mí como para otros, se me olvida instantáneamente todo lo que he aprendido sobre el amor al prójimo. Encima de que alguien lleva semanas, meses, ¡años a veces!, clamando con lágrimas a su Padre Celestial por lo que sea que esté pidiendo, también le toca recibir el agravio de semejante acusación.

Por muchos años sufrí el quebranto de sentirme menos cristiana, menos amada por Dios. Pensaba que era una hija infiel e incrédula que no merecía ser escuchada y bendecida por el Padre, porque supuestamente no tenía suficiente fe. Eso era lo que me habían hecho creer.

Por su bendita e inagotable gracia, todos tenemos un día en que, sorpresiva y fascinantemente, un texto que habíamos leído muchas veces, de repente abrió sus puertas y nos dejó entrar a su entendimiento pleno. Eso me pasó con los siguientes versículos:

Romanos 12:3 “Digo, pues, por la gracia que me es dada, a cada cual que está entre vosotros, que no tenga más alto concepto de sí que el que debe tener, sino que piense de sí con cordura, conforme a la medida de fe que Dios repartió a cada uno.” 

¿Cómo así? ¿Qué Dios repartió a cada uno una medida de fe según su voluntad? O sea, ¿a Charles Spurgeon le dieron una medida de fe y a mí otra? Pues ni más ni menos. Porque, como veremos en el próximo versículo, nadie puede fabricar su fe ni la trajo congénita:

Efesios 2: 8-9 “Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe.”

La fe la da Dios conforme a su voluntad. Podemos leer la Biblia entera cuatro veces al año, orar cinco horas al día los 365 días del año, participar en todas las actividades de la iglesia, tener estudio bíblico en nuestra casa dos veces por semana y, aunque estas tareas alimentan nuestro hombre interior, es el Señor Quien ultimadamente aumenta la fe. Jesús es EL Autor y Consumador de la fe (Heb. 12:2), más nada ni mas nadie.

Lucas 17:5 “Dijeron los apóstoles al Señor: Auméntanos la fe.”

Los hombres que no se separaron del Señor Jesucristo por tres años, que fueron los testigos VIP de su gran poder, que ya habían sido receptores del poder y de la autoridad de Cristo Mismo, por medio de los cuales predicaron el evangelio, echaron fuera demonios y sanaron enfermos (Lucas 9:1-6), esos hombres fueron precisamente los que pidieron al Señor en un momento dado que les aumentara la fe. Nada de lo que habían visto y experimentado había servido para aumentarles la fe, como lo podemos ver en distintas ocasiones (Mt. 14:15-21; Mt. 14:22-32; Lc. 8:22-25; Lc. 8:27-33; Lc. 8:41-56). Hermanos, cuán injustos somos cuando cargamos a alguien en aflicción, diciéndole que Dios no le escucha porque no tiene suficiente fe.

Romanos 9:15-16 “Pues a Moisés dice: Tendré misericordia del que yo tenga misericordia, y me compadeceré del que yo me compadezca. Así que no depende del que quiere, ni del que corre, sino de Dios que tiene misericordia.”

Por razones que sólo a Dios le pertenecen (Deut. 29:29), hay peticiones que Él se opone a concedernos y nada tiene que ver con nuestra mucha o poca fe. Aunque nos estemos consumiendo vivos por la situación que nos acontece, ya sea física, económica, psico-emocional, laboral, lo que sea que nos esté matando por dentro, todos hemos experimentado la negación de Dios. Y el peso es a veces imposible de llevar. En ocasiones el llanto se vuelve el alimento diario y el cuerpo duele hasta la muerte. ¿Y encima de esto aparece un Caifás que nos dice que Dios no nos concede lo que pedimos porque no tenemos fe? Que el Señor lo reprenda y le conceda la misma suerte que le dieron a Zacarías, padre de Juan el Bautista (Lc. 1:20).

Para aumentar la fe debemos pedirle al Dueño de la fe que tenga compasión de nosotros y que nos aumente nuestra fe, tal y como lo hicieron los apóstoles.



Comentarios

  1. Lucy,
    Las respuestas a nuestras oraciones no dependen de nuestra fe, sino de la voluntad de nuestro Dios que es inmutable y presciente. De otra manera la gloria seria nuestra, y hasta as personas con mucha fe pudieran capitalizar en ese don y cobrar por sus oraciones! (Suena ridiculo verdad?). La oracion no esta supuesta a lograr que Dios cambie de opinion en sus designios santos, ni Dios es el genio de la botella ni Santa Claus. La oracion esta disenada a cambiarnos a nosotros, aumentar nuestra fe y dependencia de Dios. Y al que te vuelva a salir con ese disparate preguntale que si Jesus tuvo poca fe cuando pidio: "Padre, si es tu voluntad, aparta de mí esta copa; pero no se haga mi voluntad, sino la tuya." Lucas 22:42

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    Respuestas
    1. ¡Amén! Esa es La verdad verdadera, solo La Gloria es para Dios y Él no la comparte con nadie.

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    2. Así es. Gracias, Iris querida, por comentar.

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