Todo lo bueno viene de Dios
Recientemente he estado deleitándome con música gospel,
más específicamente de artistas afroamericanos de la iglesia Bautista del Sur
de los EEUU. Las letras, el espíritu de sus intérpretes y su cautivadora y
contagiosa música me han ministrado, consolado, animado y bendecido en gran
manera. A Dios las gracias por haberme permitido gozar de Él a través de estas
canciones.
La que más me sigue sonando en el interior se llama “God
did it” (Dios lo hizo). Y la traducción de su frase principal dice “Todo lo que
me sucedió a mí que fue bueno Dios lo hizo.” https://www.youtube.com/watch?v=OcLaV3NCm34
Muchas veces nuestros deseos se convierten en oraciones
fervientes; incluso en ocasiones llegan a pasar a modalidad obsesiva, con la secreta
convicción de que no solamente lo anhelamos con todo nuestro ser, sino que,
después de todo, nos lo merecemos. En silencio nos ponemos una carga adicional
que nos consume el alma y el cuerpo, y no importa el tiempo y la perseverancia que
dediquemos en orar y perseguir ese deseo, mientras el Señor sigue sin
concedernos esa gracia – en muchos casos diciéndonos NO, pero no queremos
entenderlo así. Si nunca llega aquello por lo que suplicamos y suspiramos,
entonces comienza la lucha con nuestra confianza y credibilidad en el amor de
Dios y por ahí bien escondido, muy oculto, se concibe esa convicción de que somos
víctimas de una injusticia.
Pero hay dos verdades que quedaron escritas por si alguna
vez llegábamos a creernos con derecho a algo. Primeramente dice Job 5:7 “Pero
como las chispas se levantan para volar por el aire, así el hombre nace para la
aflicción.” Y por si todavía cabía duda alguna, el Señor Jesucristo nos lo
recordó en Juan 16:33 “... En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he
vencido al mundo.” Y deja así establecidas ambas declaraciones, que Él ya venció al
mundo, pero que a pesar de todo indiscutible e irremediablemente de este lado
de la vida tendríamos aflicción.
Desde estas dos aseveraciones, yo concluyo que:
·
El mundo debería ser un gran ISIS.
·
Todos los seres humanos deberíamos sufrir
enfermedades insoportables.
·
Todos los seres humanos deberíamos padecer
hambre y sed.
·
Que las plagas fueran imposibles de atacar o
eliminar.
·
Las manifestaciones feroces de la naturaleza
deberían ser el pan nuestro de cada día.
Etcétera, etc., etc.
Pero como nuestro Dios es bueno y para siempre es Su
misericordia no es así. Santiago 1:17 nos dice que “Toda buena dádiva y todo
don perfecto desciende de lo alto, del Padre de las luces, en el cual no hay
mudanza, ni sombra de variación.” Siendo esto así, quiere decir que nuestros
días están PLAGADOS, REPLETOS, de buenas dádivas y dones perfectos. Como lo normal
es que vivamos en aflicción, cada segundo que no estamos en sufrimiento ésa es una buena dádiva, un don perfecto que desciende del Padre. Y aquéllo que
tomamos por concedido, porque sí, no logramos entender que realmente tenía que
ser "porque no," y que Dios en Su infinita misericordia quiso evitarnos más
dolor. Una cama, una almohada, comida, agua para nuestra higiene y para quitar
la sed… ¡hasta los animales que nos alegran el día son un gran regalo de Dios!
Poder resolver muchos de nuestros problemas diarios, tener un empleo, conocer
amigos nuevos, disfrutar de los más cercanos, ¡son tantísimos, una lista
larguísima de beneficios que somos incapaces de reconocer y mucho menos de
agradecer! Porque estamos absolutamente convencidos de que nos lo merecemos
todo, cuando por decreto (Gén. 3:17) tenía que ser todo lo opuesto.
Yo misma estoy suplicando al Señor que reprograme mi
mente a esta lección que apenas estoy aprendiendo, esperando en Él que así
aumente mi gratitud hacia sus múltiples bondades para conmigo. Por más grande
que sea lo que nos suceda, se suponía que siempre debía haber sido mucho peor,
y no lo es única y exclusivamente por la pura gracia de Dios. Pero estamos tan
acostumbrados a Sus bondades que nos olvidamos de esta realidad.
Y no me malinterpreten. Dios me libre de minimizar o menospreciar la aflicción de nadie. Desde el más ligero dolor hasta la desgarradora pérdida de un hijo es un motivo de llorar con el que llora. La lista de motivos para afligirnos, llorar y quedar deshechos en la decepción y desesperanza es infinita, y los dispuestos a añadirle a ese peso están en fila, prontos a amonestarnos por nuestra queja o clamor, o peor aun, para ridiculizarnos porque en alguna medida ellos consideran nuestra causa insignificante.
El Señor invitó a los cansados y cargados a descansar en Él (Mt. 11:28-30) y no hay mejor lugar para descansar en todo el universo.
Y no me malinterpreten. Dios me libre de minimizar o menospreciar la aflicción de nadie. Desde el más ligero dolor hasta la desgarradora pérdida de un hijo es un motivo de llorar con el que llora. La lista de motivos para afligirnos, llorar y quedar deshechos en la decepción y desesperanza es infinita, y los dispuestos a añadirle a ese peso están en fila, prontos a amonestarnos por nuestra queja o clamor, o peor aun, para ridiculizarnos porque en alguna medida ellos consideran nuestra causa insignificante.
El Señor invitó a los cansados y cargados a descansar en Él (Mt. 11:28-30) y no hay mejor lugar para descansar en todo el universo.
Salmos 39:4 Hazme saber, Jehová, mi fin, y cuánta sea la
medida de mis días; sepa yo cuán frágil soy.
Salmos 90:12 Enséñanos de tal modo a contar nuestros
días, que traigamos al corazón sabiduría.
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