En guerra hasta el fin del mundo
Apocalipsis 12:17
“Entonces el dragón se llenó de ira contra la mujer; y se
fue a hacer guerra contra el resto de la descendencia de ella, los que guardan
los mandamientos de Dios y tienen el testimonio de Jesucristo.”
Esto lo escribo casi más por mí que por cualquier otra
persona. Debo recordarme este texto con más frecuencia para no perder el
aliento.
Viendo la tercera película de la saga “Lord of the Rings”
(El Señor de los Anillos), pensé en las guerras de las que tengo conocimiento. Ésas
en las que, a lo largo de la historia de nuestro planeta, millones de personas
han perdido la vida por causa de un enemigo de Dios, que en un
momento dado conquistó la mente de esos muchos que se unieron a su diabólica
causa.
En los 30 años que Joseph Stalin estuvo gobernando, se
calcula que murieron aproximadamente entre 50 y 60 millones de personas.
Adolf Hitler tiene en su cuenta otros 80 millones,
incluyendo los que murieron por inanición y enfermedades causadas por la Segunda
Guerra Mundial. Y eso, que sólo estuvo 13 años con absoluto control, aunque ese
engendro del Hades empezó a formarse como líder desde el 1918.
La Primera Guerra Mundial dejó un saldo de
unos 17 millones de muertos y 20 millones de heridos.
Sólo mencionaré estos tres ejemplos, ya que la lista es
demasiado larga.
Leemos la historia y nos horrorizamos sólo con los datos,
sin usar mucho la imaginación en la mayoría de los casos. Nos enteramos de
torturas impronunciables, golpizas, masacres, violaciones, cámaras de gas,
incineraciones, humillaciones de cualquier tipo. Y por más que nos
identifiquemos con las víctimas, es imposible procesar toda la fuerza del
impacto de lo que estamos leyendo. Pensemos que si apenas un dolor de muela puede incapacitarnos, entonces es realmente imposible percibir semejante dolor,
terror, agotamiento, hambre y angustia sin haberlo vivido.
Y viendo así, a un rapidísimo vuelo de pájaro, las
atrocidades que componen los ingredientes principales de una guerra, ¿qué
podíamos esperar los cristianos, con semejante enemigo “haciendo guerra” contra
nosotros?
Un buen amigo y hermano en Cristo recientemente me
comentó “El Señor nos protege, nos impide ver todos los ataques de las
potestades de las tinieblas, porque si nos dejara ver tan sólo por un segundo
nos volveríamos locos.” Y yo lo creo totalmente.
Si creemos Apocalipsis 12:17 tal y como está escrito,
entonces debemos deducir que nuestro glorioso Señor Jesucristo pelea por
nosotros sin descanso. Como dijera en otra de mis publicaciones, el mundo entero debería ser
ISIS, todos los cristianos deberíamos estarnos consumiendo con una enfermedad
terminal, todos deberíamos estar sufriendo persecución implacable, torturas, y
cualquiera de los horrores que caracterizan los encuentros bélicos.
Y no desmayamos única y exclusivamente por Su pura
gracia, que nos sostiene, nos guarda y nos guía, de una manera tan sobrenatural
como es Él. Porque aunque sabemos que ya Él venció a nuestro gran
enemigo, nuestra naturaleza pecaminosa tampoco puede procesar, entender,
absorber en su totalidad lo que esto significa. Sólo lo tenemos como un dato
que creemos por fe. Y es también Su bendita gracia la que nos hace seguir
adelante, en Jesucristo, cuando sabemos muy bien que no somos más que un
grupito de cobardes, vagos e incrédulos.
Gracias, Señor Jesús. Se oye tan simple esa frase, pero le
estoy incluyendo mi ser entero. Yo misma no entiendo y por eso el temor a veces
me abruma. Aumenta mi fe que es prácticamente invisible. Y como dijera nuestro
Salvador y Señor Jesucristo, “no nos metas en tentación y líbranos del mal”
(Mateo 6:9-13). Ven pronto, bendito Señor. Amén.
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