Estamos COMPLETOS en Cristo Jesús

Colosenses 2:8-15
2:8 Mirad que nadie os engañe por medio de filosofías y huecas sutilezas, según las tradiciones de los hombres, conforme a los rudimentos del mundo, y no según Cristo. 
2:9 Porque en él habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad, 
2:10 y vosotros estáis completos en él, que es la cabeza de todo principado y potestad. 
2:11 En él también fuisteis circuncidados con circuncisión no hecha a mano, al echar de vosotros el cuerpo pecaminoso carnal, en la circuncisión de Cristo; 
2:12 sepultados con él en el bautismo, en el cual fuisteis también resucitados con él, mediante la fe en el poder de Dios que le levantó de los muertos. 
2:13 Y a vosotros, estando muertos en pecados y en la incircuncisión de vuestra carne, os dio vida juntamente con él, perdonándoos todos los pecados, 
2:14 anulando el acta de los decretos que había contra nosotros, que nos era contraria, quitándola de en medio y clavándola en la cruz, 
2:15 y despojando a los principados y a las potestades, los exhibió públicamente, triunfando sobre ellos en la cruz.
 


Siempre pensé que las “filosofías y huecas sutilezas, según las tradiciones de los hombres, conforme a los rudimentos del mundo, y no según Cristo,” venían de aquéllos que yo considero no tienen lo que percibimos como sana doctrina. 

Digo “percibimos” porque sin lugar a dudas “¡Cuán insondables son sus juicios, e inescrutables sus caminos!” (Romanos 11:33), y por lo tanto en nuestra naturaleza caída jamás llegaremos a alcanzar esa doctrina sana y pura que nos permita conocer a Dios total y plenamente, de manera que llenemos todas sus expectativas. Sólo podemos recibir un poco de ese grato aroma y gozarnos en la plenitud de Cristo para con nosotros delante del Padre. Es tan inmensa e inverosímil a nuestra diminuta mente la salvación que tenemos en Cristo Jesús, que no logramos apreciarla en su justa medida porque no poseemos lo que se necesita para llegar a este entendimiento. Tal vez en aquel día.

En el texto anterior, desde el versículo 9 hasta el 15 Pablo reconfirma de manera más detallada lo que Jesús dijo justo antes de morir, “Consumado es” (Juan 19:30).

Busqué el significado de la palabra “consumar” en el diccionario de la RAE y éste es el resultado:

1. tr. Llevar a cabo totalmente algo. Consumar la redención del género humano. Consumar un sacrificio, un crimen.
2. tr. Dicho de los legítimamente casados: Revalidar el matrimonio realizando el primer acto sexual en cumplimiento del débito conyugal. Consumar el matrimonio.
3. tr. Der. Ejecutar o dar cumplimiento a un contrato o a otro acto jurídico.

Ahora puedo ver un poquito más la grandeza y la hermosura de las últimas palabras de mi Señor en la cruz. Llevó a cabo totalmente nuestra salvación. Revalidó nuestra unión con nuestro Dios y Creador. Ejecutó el cumplimiento de la ley de Dios. ¿Y todavía hay personas que, a pesar de sus buenas intenciones, sólo ponen cargas en los hijos de Dios que el Señor mismo nos quitó?

No sé si es por orgullo, que es lo que sospecho, pero es imposible para la mayoría concebir que nada hicimos para merecer tan gran salvación, ni absolutamente nada de lo que hagamos podría jamás llegar a suplir un microgramo para la misma. Entonces no entiendo por qué separan el proceso de santificación de la predestinación que se realizó desde antes de la fundación del mundo (Mateo 25:34; Efesios 1:4).

Una vez ya hice este análisis, pero es necesario que lo haga de nuevo.

Veamos algunos textos que describen el ser humano:

·        Salmos 103:14 “Porque él conoce nuestra condición; se acuerda de que somos polvo.”

·         Isaías 64:6 “Si bien todos nosotros somos como suciedad, y todas nuestras justicias como trapo de inmundicia; y caímos todos nosotros como la hoja, y nuestras maldades nos llevaron como viento.”

·   Romanos 3:9-18 “¿Qué, pues? ¿Somos nosotros mejores que ellos? En ninguna manera; pues ya hemos acusado a judíos y a gentiles, que todos están bajo pecado. Como está escrito: No hay justo, ni aun uno; no hay quien entienda. No hay quien busque a Dios. Todos se desviaron, a una se hicieron inútiles; No hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno. Sepulcro abierto es su garganta; con su lengua engañan. Veneno de áspides hay debajo de sus labios; su boca está llena de maldición y de amargura. Sus pies se apresuran para derramar sangre; quebranto y desventura hay en sus caminos; y no conocieron camino de paz. No hay temor de Dios delante de sus ojos.”

·    Efesios 2:8-10 “Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe. Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas.” O sea, que Dios tuvo que preparar de antemano nuestras buenas obras para que anduviésemos en ellas, porque hasta de eso somos incapaces, de hacer algo bueno que salga motu propio.

Sólo menciono estos cuatro que son los que más fuerte me hablan sobre el tema. Sabemos que la Biblia está repleta de descripciones y ejemplos sobre lo que es un ser humano y hasta dónde es capaz de llegar.

No hicimos, ni hacemos ni jamás haremos absolutamente nada que ponga un granito de arena en nuestra salvación o proceso de santificación durante nuestro peregrinaje hacia la Ciudad Celestial. El Señor sabe desde antes de la fundación del mundo que es imposible para el hombre ir por el sendero de Su voluntad, por eso preparó camino para nosotros; Él Mismo es el camino y así lo dijo en Juan 14:6.

Pablo nos dice en Efesios 2:8 que la fe que tenemos no es nuestra, que es un don de Dios, que tuvo Él que dárnosla para que la tuviéramos. Y también nos dice Pablo en Romanos 12:3 que Dios repartió una medida de fe distinta a cada uno de nosotros. Creo yo, entonces, que también andaremos conforme a esa medida de fe que nos fue concedida, por lo que es injusto exigir a todos los cristianos que llenen todas las expectativas bíblicas en la misma alta medida, cuando el Dios de la Biblia dice que no quebrará la caña casacada ni apagará el pábilo que humea (Mateo 12:20), dando por entendido que tendríamos en medio nuestro hombres y mujeres más débiles que otros.

Más aún, Cristo es tanto el autor como el “consumador” de la fe (Hebreos 12:2). Habiendo visto ya lo que significa la palabra “consumar,” entiendo que Cristo da la fe, la lleva a cabo y la valida. Nada hay que podamos hacer para “aumentar” nuestra fe, que no sea orar para que el autor y consumador de la fe se complazca, por su pura gracia, en darnos más fe si así le place. Y Él da a cada quien una medida conforme a su omnisciencia y soberanía.

Veamos la siguiente parábola:

Mateo 20:1-16
20:1 Porque el reino de los cielos es semejante a un hombre, padre de familia, que salió por la mañana a contratar obreros para su viña.
20:2 Y habiendo convenido con los obreros en un denario al día, los envió a su viña.
20:3 Saliendo cerca de la hora tercera del día, vio a otros que estaban en la plaza desocupados;
20:4 y les dijo: Id también vosotros a mi viña, y os daré lo que sea justo. Y ellos fueron.
20:5 Salió otra vez cerca de las horas sexta y novena, e hizo lo mismo.
20:6 Y saliendo cerca de la hora undécima, halló a otros que estaban desocupados; y les dijo: ¿Por qué estáis aquí todo el día desocupados?
20:7 Le dijeron: Porque nadie nos ha contratado. Él les dijo: Id también vosotros a la viña, y recibiréis lo que sea justo.
20:8 Cuando llegó la noche, el señor de la viña dijo a su mayordomo: Llama a los obreros y págales el jornal, comenzando desde los postreros hasta los primeros.
20:9 Y al venir los que habían ido cerca de la hora undécima, recibieron cada uno un denario.
20:10 Al venir también los primeros, pensaron que habían de recibir más; pero también ellos recibieron cada uno un denario.
20:11 Y al recibirlo, murmuraban contra el padre de familia,
20:12 diciendo: Estos postreros han trabajado una sola hora, y los has hecho iguales a nosotros, que hemos soportado la carga y el calor del día.
20:13 El, respondiendo, dijo a uno de ellos: Amigo, no te hago agravio; ¿no conviniste conmigo en un denario?
20:14 Toma lo que es tuyo, y vete; pero quiero dar a este postrero, como a ti.
20:15 ¿No me es lícito hacer lo que quiero con lo mío? ¿O tienes tú envidia, porque yo soy bueno?
20:16 Así, los primeros serán postreros, y los postreros, primeros; porque muchos son llamados, mas pocos escogidos.

Una vez escuché un predicador decir sobre esta porción de las Escrituras, “Si usted leyó esta parábola y no se enfadó, entonces usted no la entendió.”

Y es muy simple de entender. El Señor pagó lo mismo tanto a los que trabajaron arduamente como a los que apenas empezaron a sudar. Para los predestinados, los que están inscritos en el libro de la vida desde antes de la fundación del mundo, para todos es la misma salvación; el mismo pago para los que se esforzaron hasta la muerte e igualmente para los que cada día son vencidos por su apatía e inconsistencia. Igual trato para los que vivieron 80 años en la fe guardando buen testimonio, como para los que pasaron esos mismos 80 años luchando para sostenerse en pie. ¡Por qué es tan difícil aceptar que es única, absoluta, total y exclusivamente por gracia, sin la más insignificante obra de por medio!

Nadie puede ufanarse de los “progresos” o “superioridad,” o una de las palabras favoritas de nuestra generación la “excelencia” de su vida espiritual. Y esto hasta el mismo Señor Jesucristo lo dejó bien claro en Lucas 17:10 “Así también vosotros, cuando hayáis hecho todo lo que os ha sido ordenado, decid: Siervos inútiles somos, pues lo que debíamos hacer, hicimos.” Pero nuestra pequeñez y el estúpido ego que nos domina aniquilan nuestra posibilidad de absorber mejor la sabiduría de lo alto.

En Mateo 5:48 el Señor Jesucristo presenta la suma de lo que significa cumplir la ley de Dios, “Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto.” Pero no me parece a mí que sabiendo el Señor Jesucristo lo que somos, tan inútiles, menos que nada, tan infinitamente malvados como vimos anteriormente, no nos iba a poner semejante demanda.

Por eso Él mismo dijo previamente en Mateo 5:17 “No penséis que he venido para abrogar la ley o los profetas; no he venido para abrogar, sino para cumplir.” Él no vino a enseñarnos cómo cumplirla. Él la cumplió. Entera y perfectamente.

Cumplir (diccionario de la RAE)
1. tr. Llevar a efecto algo.
2. tr. Remediar a alguien y proveerle de lo que le falta.

Como creyentes debemos obedecer la Palabra de Dios por amor a Cristo, en gratitud a esa gran salvación, por testimonio al mundo de que somos suyos, pero JAMÁS porque nos haga falta algo para agradar a Dios o para que Él se complazca en tener intimidad con nosotros, o para favorecernos y bendecirnos. Porque estamos en Cristo, Él cumplió toda la ley a la perfección. Es en Él, y solamente en Él que hemos sido justificados y santificados, y nada qué ver con nuestro desempeño en su más mínima expresión.

- Hechos 13:39 “…en él es justificado todo aquel que cree.”

- Romanos 3:24 “…siendo justificados gratuitamente por su gracia, mediante la
redención que es en Cristo Jesús…”

- Romanos 5:1 “Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de
nuestro Señor Jesucristo…”

- 1 Corintios 6:11 “…mas ya habéis sido lavados, ya habéis sido santificadosya
habéis sido justificados en el nombre del Señor Jesús, y por el Espíritu de
nuestro Dios.”

- Hebreos 2:11 “Porque el que santifica y los que son santificados, de uno son
todos; por lo cual no se avergüenza de llamarlos hermanos…”

- Hebreos 10:10, 14 “En esa voluntad somos santificados mediante la ofrenda del cuerpo de Jesucristo hecha una vez para siempre... porque con una sola ofrenda hizo perfectos para siempre a los santificados.”

- Judas 1:1 “Judas, siervo de Jesucristo, y hermano de Jacobo, a los llamados,
santificados en Dios Padre, y guardados en Jesucristo…”

“…y vosotros estáis completos en Él.”

¡HOSANNA! ¡GLORIA A DIOS! ¡ALELUYA!




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