Combatiendo la depresión
La depresión con todo y cola no se presenta
de golpe y porrazo. Va dejando ver su antiestética efigie poco a poco y si no
la espantamos desde el día 1, se hará cada vez más difícil ahuyentarla
o por lo menos limitar su avance.
La fibromialgia convierte la vida del
paciente en un carrusel en el cual los caballitos del ánimo, el dolor, la
fatiga, la energía y el resto de la interminable lista de síntomas suben y
bajan de día en día. El resultado: la visita de la depresión es inevitable, pero manejable.
¿Sabían que la involucración de los cinco
sentidos a la hora del aprendizaje incrementa nuestra capacidad de retención? Usamos
la vista y el oído para adquirir la mayor parte de nuestro conocimiento, pero si además hacemos funcionar
las papilas gustativas comiendo o bebiendo algo, el olfato con algún aroma
agradable, y el tacto mientras tocamos alguna textura, nuestro cerebro tiene
más actividad y por lo tanto mejora su circulación, lo que a su vez ayuda a un mejor aprovechamiento. Pues lo mismo sucede cuando llega el momento de impedir
que la depresión ocupe un lugar, o mayor espacio si ya entró, en nuestro día.
Aquí les dejo algunas de las medidas que me
ayudan cada día a montar los caballitos de mi carrusel personal.
Usando la vista
Empecemos por la luz. La depresión no
quiere nada con la iluminación, así que debemos evitar a toda costa mantenernos
en un lugar a oscuras. Hay que encender la lámpara, remover cortinas y abrir
las ventanas.
El desorden es uno de los postres favoritos
de la depresión. Busquemos esa esquina de la casa donde más veces acudimos:
nuestro lado del gavetero, la mesita de noche, nuestro lado del clóset. No es
que ahora haya que convertirse en Martha Stewart. Con tan sólo poner en orden
ese poco de espacio que más nos atañe ya hemos empezado a arreglar nuestro
mundo. Ver este rincón ordenado nos da sensación de agrado y de logro.
También nuestra película favorita, nuestros vídeos
preferidos de Youtube, buscar fotos e imágenes de lo que más nos guste, lo que
sea, paisajes, animales, flores, castillos, monumentos, ¡lo que sea! El asunto
es llenar nuestra vista de aquello que nos agrade ver.
Usando el oído
Música. Ni más ni menos. Nuestra música
favorita nos aleja la tristeza. Siempre me ha llamado la atención ese pasaje de
la Biblia en que a Saúl lo atormentaba un espíritu malo, pero cuando David
tocaba el arpa el espíritu lo dejaba en paz (1 Samuel 16:14-23). ¿No les llama
la atención también? Y preferiblemente aquella música que les levanta el ánimo,
porque es sabido que también hay música para calmar el ánimo y ésta no es la
mejor opción para cuando estamos deprimidos. Los gustos son tan infinitos como
seres humanos hay. A mí que me levanten el ánimo a merengazo limpio. ¡Sí,
señor! La idea central siempre será apartar el mal espíritu que nos atormenta
en medio de la depresión.
Usando el olfato
A mí me encantan los velones aromatizantes.
Es una bendición de Dios Mismo encender uno de estos velones y disfrutar su
penetrante y tranquilizante perfume - el de los que sirve, porque hay algunos que
los pueden poner en medio de una chimenea encendida y nadie se entera. Personalmente
encuentro que los velones aromatizantes de Zara Home inundan cada centímetro
cuadrado del lugar donde se enciendan. Y sus aromas son deleitosos. También
podemos usar nuestro perfume favorito. No hay que esperar una ocasión especial para
usarlo. Cada día trae algo que lo hace especial. Y si no creen que un bendito y
refrescante vaso de agua hace un día muy especial, a ver si se dan una
vueltecita por este enlace y luego me dejan saber:
Usando el gusto
Fíjense muy bien que dije “usando el gusto,”
no darse una marrana y perniciosa tragantera, ¿eh? Es vox populi que la depresión
suprime el apetito, lo cual en muchos casos llega a poner en riesgo la vida del
paciente. Con probar una porción de algo que disfrutemos mucho le estamos
mandando una señal de satisfacción al cerebro. Y no hay que complicarse. Una
llamada al colmado y a los pocos minutos estaremos degustando algunas de
nuestras porquerías favoritas.
En este momento el asunto no se trata de
nutrición, sino de agradarnos, y hasta el hecho de cometer una barbaridad
contra nuestro organismo sólo por darnos un gusto, esto mismo se convierte en
una pesa más a favor nuestro en la balanza emocional. Todo el tiempo cuidando lo que
comemos (se supone) y de repente un glorioso día engullimos unos horripilantes nachos repletos de basura y colorante, y lo acompañamos de un nefasto refresco
de merengue, por mantener la combinación de colores, y más atrás unas asesinas galletas
de chocolate. Sólo les doy ejemplo de lo que yo haría. Ustedes hagan como mejor
les convenga a sus respectivos ánimos. El día de depresión no es para continuar
llevando el peso de la rigidez de nuestra agenda, sino para alejar nuestro
espíritu malo con aquellas cosas lícitas que Dios nos regala cada día y que
activan nuestra zona cerebral de placer.
El suplemento nutritivo número uno para combatir la depresión desde adentro es el selenio. Podemos comprarlo en cápsulas de las marcas de productos naturales más vendidos, o consumirlo a través de alimentos ricos en este mineral:
Usando el tacto
Ese día llevamos la ropa con la que más
cómodos nos sintamos. Incluso si estamos obligados a vernos bien presentables,
porque las circunstancias así nos lo exigen, buscamos esa ropa elegante que nos
quede cómoda y nos haga ver bien. Personalmente, en más de una ocasión me he ausentado de
compromisos en esos días de poca luz emocional y racional. Evito tener
intercambio social porque, impulsada por mi confusa condición, puedo decir y/o
hacer cosas que en otro clima no sucederían. Además mi ropa favorita para esas
ocasiones son piezas desvencijadas con telas ya bien gastadas y, por lo tanto,
no aptas para el ojo de los que están fuera de mi casa.
Y aunque este último tip es más fácil de llevar
a cabo para las personas a quienes Dios nos concedió el inefable e infinito
regalo de una imaginación prolífera, lo comparto para que lo consideren. Usen
el don de soñar despierto. Conviértanse en su mente en lo que hubiesen querido
ser: un gran chef, una exitosa empresaria, una top model, un invencible corredor de autos, una guía turística de reservas africanas. La adrenalina que esta emoción produce acelera el ritmo cardíaco, dándonos esa sensación de emoción que nos demanda
a oxigenarnos mejor mediante un ligero incremento en las respiraciones por minuto, y por lo tanto nuestro sistema circulatorio se beneficia,
lo que por ende también implica un efecto de bienestar general. Y la suma de todos estos factores da como resultado un cambio positivo en nuestro estado de ánimo.
¿Qué en quién me convierto yo? Je, je, je.
Muy interesante este post, Lucy. Te felicito.
ResponderBorrarGracias, John :)
ResponderBorrarQuerida Lucy, yo no sabia de estas cosas y las he hecho toda, porque la verdad que me ha habido momentos de tristeza, nunca la dejo convertirse en depre. Hago desde la musica que me gusta, bailar que me encanta. Los velones apple cinnamon flavor. Y me visto super elegante con maquillaje y todo. Gracias darling por tan buenos consejos.
ResponderBorrarQuerida Lucy, yo no sabia de estas cosas y las he hecho toda, porque la verdad que me ha habido momentos de tristeza, nunca la dejo convertirse en depre. Hago desde la musica que me gusta, bailar que me encanta. Los velones apple cinnamon flavor. Y me visto super elegante con maquillaje y todo. Gracias darling por tan buenos consejos.
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